viernes, 13 de diciembre de 2013

RELATOS CON ALMA

 
INCOMUNICACIÓN. 
 
La mesa estaba sin recoger. Restos de pan, cereales, mantequilla y mermelada de arándanos adornaban el mantel de plástico de fresas rojas y amarillas.

  La noche anterior Adriana había llegado tarde del trabajo. Recorrió los dos metros que la separaban del coche hasta la puerta de su casa quitándose el abrigo y casi sacándose las botas de los pies.

  -Hija, ¿ya estás en casa?- preguntó su madre desde el sillón orejero de la salita.

  -Si mamá, voy  enseguida- le contestó Adriana.

  -¿Trajiste algo de comer?

   Adriana  haciendo caso omiso de la pregunta de su madre, se fue hacia el baño, dejó el bolso     en la silla de madera de su dormitorio. Puso la radio, se quitó la ropa, cogió la ropa interior del  cajón de la cómoda y el pijama de debajo de la almohada. Miró el reloj de la mesilla de noche y se metió en la ducha. Dejó caer el agua cálida por su cuerpo y se echó la mascarilla en el pelo. Era lunes.

  Oyó la puerta del dormitorio abrirse y segundos después cerrarse.

  -Adriana hija, no sabes lo que me pasó esta mañana.

  -No mamá, pero seguro que me lo vas a contar.

 - Pues vino la vecina del 3E y me contó que su hijo se ha tenido que ir a Alemania, ¿Qué desgracia, no te parece?

-Mamá, Ramón también se fue a Alemania.

-Sí, pero es distinto, el hijo de Amalia era un chico muy inteligente, una auténtica pena que haya tenido que irse.

-Mamá, Ramón es ingeniero informático y el primero de su promoción.

-Ay hija, no se te puede contar nada, enseguida sales con malos humos. Ese chico no te convenía.

  Adriana encendió el secador del pelo, ahogando la retahíla de su madre. Cuando apagó el secador vio que estaba sola en el baño. Se ató el albornoz y entró en el dormitorio. Miró el reloj de la mesilla de noche. Se puso el pijama de franela que tanto le gustaba y apagó la radio.

  Abrió el armario y buscó la camisa, la olió y volvió a dejarla en su sitio. Buscó entre las ropas del cajón y sacó un billete de avión. La fecha databa del  15 de Marzo. Era 13 de Abril. El reloj de la mesilla marcaba las 10 de la noche. El teléfono no sonaría tampoco esta noche.

  Volvió a oír la puerta del dormitorio abrirse.

-Hija yo ya he cenado, como no salías me he preparado yo la cena. No te hice nada, no sabía, como estas últimamente más gorda, quizás sólo cenas un vaso de leche.

-No pasa nada mamá, no te preocupes, ya me prepararé algo.

-¿Vas a ver el programa conmigo?, hoy tiene que estar interesante.

-Si mamá, enseguida salgo.

  La puerta del dormitorio se cerró. Adriana miró el reloj de su mesilla de noche y se echó a llorar.

 

lunes, 2 de diciembre de 2013



  LA UTILIDAD DE LO INÚTIL.

 Me he topado por segunda vez en estos días con algo que realmente ha llamado mi atención. La primera vez fue con la publicación del libro de Nuccio Ordine, profesor de literatura italiana en la Universidad de Calabria, y cuyo título es el mismo que da nombre a este comentario, "la utilidad de lo inútil". El libro es un manifiesto, a modo de resúmen, que nos llama a defender ese ámbito que nos hace esencialmente humanos como es la cultura enfrentada a la dictadura del beneficio. Es decir, si algo no da beneficios no vale. Y quiero resaltar un pequeño párrafo del libro que no tiene desperdicio:
  "En el universo del utilitarismo, en efecto, un martillo vale más que una sinfonía, un cuchillo más que una poesía, una llave inglesa más que un cuadro: porque es fácil hacerse cargo de la eficacia de un utensilio mientras que resulta cada vez más difícil entender para qué pueden servir la música, la literatura o el arte".
  Un libro que, sin duda incluiré en mi biblioteca. Un alarde total de verdades como puños que, desde la humilde posición de un profesor, sin duda, un lugar estratégico para hacerles llegar a los jóvenes su denuncia a una cruda realidad cada vez más palpable, la idea de que la cultura no es productiva, no vende, no es competitiva y por tanto, no merece la pena invertir en ella. 
  Este autor denuncia también, entre otras cosas, las reformas que han convertido a la universidad en Italia en empresas y a los estudiantes en clientes, lo que significa matar el saber, olvidando la base de lo que era la educación, crear personas conscientes y capaces de ser críticas huyendo del conformismo. Instando a sus alumnos a ir a la universidad no por un diploma si no para ser mejor personas.
  También llama la atención a los políticos, que se basan exclusivamente en los sondeos, haciendo de el "hommo economices"  el que verdaderamente gobierna todos los aspectos de nuestra vida. 
   Ya lo decía Víctor Hugo en 1848, "Vosotros estáis talando la excelencia del país. Cada escuela que abrimos es una cárcel que cerramos".

  Por otro lado, leí un artículo de Juan Manuel de Prada en el que ponía de manifiesto como el capitalismo, al introducir el concepto de "bienestar", trastocó por completo el sentido de la vida honesta. Pero aquí no voy a entrar, cada cual con su conciencia y con lo que significa vivir con honestidad. Esto me lleva directamente a decir que las necesidades espirituales son las únicas ilimitadas en una vida honesta y que estas son gratis al igual que lo es la cultura. Por lo tanto, ¿qué es lo realmente inútil de todo esto? Para mí lo realmente inútil es empobrecer el espíritu dando rienda suelta al consumismo y matando lo que siempre fue la mejor arma con la que luchar: La Cultura.