INCOMUNICACIÓN.
La mesa estaba sin recoger. Restos de pan, cereales, mantequilla y mermelada de arándanos adornaban el mantel de plástico de fresas rojas y amarillas.
La noche anterior Adriana había llegado tarde del trabajo. Recorrió los
dos metros que la separaban del coche hasta la puerta de su casa quitándose el
abrigo y casi sacándose las botas de los pies.
-Hija, ¿ya estás en casa?- preguntó su madre desde el sillón orejero de
la salita.
-Si mamá, voy enseguida- le
contestó Adriana.
-¿Trajiste algo de comer?
Adriana haciendo caso omiso de la pregunta de su
madre, se fue hacia el baño, dejó el bolso en la
silla de madera de su dormitorio. Puso la radio, se quitó la ropa, cogió la ropa
interior del cajón de la cómoda y el
pijama de debajo de la almohada. Miró el reloj de la mesilla de noche y se
metió en la ducha. Dejó caer el agua cálida por su cuerpo y se echó la
mascarilla en el pelo. Era lunes.
Oyó la puerta del dormitorio abrirse y segundos después cerrarse.
-Adriana hija, no sabes lo que me pasó esta mañana.
-No mamá, pero seguro que me lo vas a contar.
- Pues vino la vecina del 3E y me contó que su
hijo se ha tenido que ir a Alemania, ¿Qué desgracia, no te parece?
-Mamá, Ramón también se fue a
Alemania.
-Sí, pero es distinto, el hijo de
Amalia era un chico muy inteligente, una auténtica pena que haya tenido que
irse.
-Mamá, Ramón es ingeniero
informático y el primero de su promoción.
-Ay hija, no se te puede contar
nada, enseguida sales con malos humos. Ese chico no te convenía.
Adriana encendió el secador del pelo, ahogando la retahíla de su madre.
Cuando apagó el secador vio que estaba sola en el baño. Se ató el albornoz y
entró en el dormitorio. Miró el reloj de la mesilla de noche. Se puso el pijama
de franela que tanto le gustaba y apagó la radio.
Abrió el armario y buscó la camisa, la olió y volvió a dejarla en su
sitio. Buscó entre las ropas del cajón y sacó un billete de avión. La fecha
databa del 15 de Marzo. Era 13 de Abril.
El reloj de la mesilla marcaba las 10 de la noche. El teléfono no sonaría
tampoco esta noche.
Volvió a oír la puerta del dormitorio abrirse.
-Hija yo ya he cenado, como no
salías me he preparado yo la cena. No te hice nada, no sabía, como estas
últimamente más gorda, quizás sólo cenas un vaso de leche.
-No pasa nada mamá, no te
preocupes, ya me prepararé algo.
-¿Vas a ver el programa conmigo?,
hoy tiene que estar interesante.
-Si mamá, enseguida salgo.
La puerta del dormitorio se cerró. Adriana miró el reloj de su mesilla
de noche y se echó a llorar.